lunes, 23 de marzo de 2015
Tormenta
Quizás las tormentas nos gusten porque así las lágrimas se confunden con gotas de agua golpeando los cristales. El cielo gris y la sensación de nostalgia esta vez es visible en todo lo que te rodea, y no solo en nuestro alma. ¿Quién iba a fijarse en nuestras lágrimas pudiendo contemplar como el cielo llora en primavera? Ese gran espectáculo que se abre ante nuestros ojos y que solo es un reflejo, a lo grande, de lo que llevamos dentro.
Puede que esta sea la causa de que las tormentas, nos gusten más o menos, siempre influyan de manera tan significativa en nuestro estado de ánimo.
A algunos les recordará todos los sueños por cumplir, las aspiraciones inconclusas y a otros ese primer beso entre sus brazos. Las tormentas son la excusa perfecta para refugiarnos en el alma de los que nos cuidan.
Pero, si hay algo indudable, es que las tormentas pasan, por suerte o por desgracia, y después siempre viene la calma. O no.
sábado, 21 de marzo de 2015
¿Quién me ha robado la poesía?
Las personas vienen y van constantemente en nuestra vida. Algunas llegan y te aportan una alegría inmensa. Las más especiales te enseñan para qué estás en el mundo, las mas tristes que eres útil para alguien. Todas ellas llenan nuestro corazón de inumerables sensaciones que nos hacen ser una parte de nosotros mismos. Sin embargo, antes o después se marchan y no lo hacen solas, sino que se llevan una parte de lo que somos, y que sin ella seriamos irreconocibles.
Pudiste llevarte mi estúpida sonrisa al verte cruzar la calle, o la ansiedad de mis ojos en busca de un detalle que te haga feliz, incluso mis ganas de soñar a tu lado. Pero con aquella última llamada decidiste llevarte lo único que me sostenía, quizás incoscientemente, mis ganas de soñar. Con aquella última llamada los libros amontonan polvo en mi mesita. Salinas ya no encuentra su voz y Cernuda se olvidó donde habitaba el olvido. En cambio Benedetti aún te quiere y Luis Cuenca no ha vuelto a desayunar entre tus piernas.
Incapaz.
Incapaz de abrir un solo verso en la inmensa noche, para Neruda más inmensa sin ella. Las yemas de mis dedos en las noches grises acarician la portada de todos aquellos libros ahora prohibidos en luz tenue de la lámpara.Lágrimas que brotan de mis ojos como el rocío en primavera.
Incapaz.
Métaforas que hieren como puñales, símbolos que paralizan sonrisas, estrofas que rememoran recuerdos, versos que cortan el aire. Suspiros incacabados tras devorar poema tras poema.
Incapaz.
Los versos se fueron como las oscuras golondrinas de Bécquer, quizás mujer, ya sepas, cuando el amor se olvida a dónde va. Puede que ese amor olvidado repose como el polvo en los versos que no podemos leer.
Incapaz.
Pudiste llevártelo todo, y sin embargo decidiste llevarte lo que más necesito hoy, la poesía.
Incapaz.
Por ahora.
jueves, 19 de marzo de 2015
En otra época
Hay veces que simplemente sales de una cafetería con la sensación de haber viajado a otra época. Tu sensacion es completamente nueva, una esperanza renovada, un sentimiento de cálido frescor en el corazón. Sientes tantas cosas que no quieres contarlas, ni siquiera ponerle palabras, ni sonidos, ni saborearlas, tan solo quieres que no pare nunca. Que esa tregua del alma rota perdure lo máximo posible, que en tardes lluviosas se vea el mejor atardecer. Que el abrazo de un amigo no solo recomponga tus pedazos, sino que los suyos complementen los tuyos. Quizás las personas rotas son las que más saben de recomponer.Por un momento solo quieres blindarte ante el mundo, que nada ni nadie pueda entrar en tu pequeña burbuja, burbuja que antes ahogaba y ahora da vida. Ni siquiera quieres saber por que te sientes asi, ni cuanto durara, ni donde lo sientes. Es una sensacion que recorre todo el cuerpo o el alma, o más bien esta aprisionando tu garganta, o bajo el pecho...No lo sabes y no imnporta. Pero que no pare.
La esperanza de encontrar y compartir unos minutos que te devuelven quien eras y quién quieres ser, que te recuerdan que las cosas están jodidas pero también pueden ser bonitas.
La vida me ha regalado la oportunidad de aprender escuchando, de llenarme de personas completamente derruidas que siguen manteniendo una incomprensible fortaleza e inconformismo digno de admirar.A veces buscamos la felicidad en los grandes momentos y esta no pasa más allá de un chocolate caliente con la compañía adecuada. En otra época.
jueves, 12 de marzo de 2015
Triste atardecer
El Principito no respondió.
El atardecer es la perfecta metáfora del fin, de la decadencia y de la muerte de un día, para unos, inolvidables y para otros, olvidadizos. Quizás tenga razón el principito, y los atardeceres nos parecen bonitos cuando estamos tristes, pero qué raro. Buscar la belleza, el alivio de nuestros problemas precisamente en algo, que solo representa la muerte del sol, la llegada de la noche, la oscuridad y el silencio. Ese silencio que a veces ahoga, a veces aprisiona, a veces, solo a veces, mata. Levantamos la mirada al cielo quizás con la mera esperanza de que la inmensidad del firmamento acabe con nuestros humildes, y en comparación, pequeños problemas. Porque somos un poco como el Principito y somos pequeños, inocentes, y no lleguaremos a comprender jamás el mundo que nos rodea. Y habiendo mil flores en el campo, sea nuestra pequeña rosa la que nos consume, la que nos destruye, la que nos entristece.
Levantamos la mirada al firmamento para buscar otra flor que nos sonría, una nube con significado, una respuesta del mundo, para los tristes, siempre desacompasado. Y qué bonito. El cielo se desangra cada día ante nuestros ojos, se vuelve de color fuego igual que ese silencio interior, que nos quema. Como quien abre su corazón por primera vez al mundo, como quien decide arriesgar por un amor imposible, igual que un día se decide luchar por un sueño improbable. Y vemos como las nubes se alargan, se disipan, se pierden, se hunden al igual que nosotros. Y sin embargo,qué bonito. Todo alrededor, con la caída del sol comienza a cambiar, los pájaros vuelan a sus refugios, la gente se encierra en sus casa y la noche inunda el cielo.
Es curioso como el ser humano admira la grandeza de la naturaleza y no es capaz de admirar la suya propia.
Cada atardecer admiramos la decadencia del sol, incansable, no se cansa de caer, de morir, de quemarse a favor de una inmensa noche, más inmensa sin ella, como diria el poeta.
Cada día estoy más segura que el atardecer es solo el reflejo de los tristes y el firmamento, nuestro espejo. Si cada noche bajasemos la cabeza, y nos vieramos atardecer, veriamos la belleza de nuestras lágrimas, nuestros suspiros frustrados y nuestros retos inalcanzables. Ese amigo que siempre estuvo ahí, salvo cuando lo necesitaste, esa chica que jamás te corresponderá, esa insuperable sensacion de fracaso, de imcomprensión y completo abismo en la que estamos sumergidos día tras día, atardecer tras aterdecer.
A veces, ver atardecer solo significa encontrar un poquito de esperanza en nosotros mismos, quizás la belleza que observamos ante nuestros ojos es solo la luz que iluminará nuestros sentimientos. Quizás ver atardecer signifique que somos mucho más poderosos de lo que creemos, muchos más fuertes,y por primera vez en el día, mucho más felices. Atardecer significa que cada día estamos mucho más cerca de amanecer, más cerca de descubrir, que la tristeza, no siempre es mala. Que después de la lluvia, todo se ve mucho más claro, y que aun sumidos en la tristeza, se puede descubrir la mayor belleza si sabes cómo mirar.
El atardecer es la perfecta metáfora del fin, de la decadencia y de la muerte de un día, para unos, inolvidables y para otros, olvidadizos. Quizás tenga razón el principito, y los atardeceres nos parecen bonitos cuando estamos tristes, pero qué raro. Buscar la belleza, el alivio de nuestros problemas precisamente en algo, que solo representa la muerte del sol, la llegada de la noche, la oscuridad y el silencio. Ese silencio que a veces ahoga, a veces aprisiona, a veces, solo a veces, mata. Levantamos la mirada al cielo quizás con la mera esperanza de que la inmensidad del firmamento acabe con nuestros humildes, y en comparación, pequeños problemas. Porque somos un poco como el Principito y somos pequeños, inocentes, y no lleguaremos a comprender jamás el mundo que nos rodea. Y habiendo mil flores en el campo, sea nuestra pequeña rosa la que nos consume, la que nos destruye, la que nos entristece.
Levantamos la mirada al firmamento para buscar otra flor que nos sonría, una nube con significado, una respuesta del mundo, para los tristes, siempre desacompasado. Y qué bonito. El cielo se desangra cada día ante nuestros ojos, se vuelve de color fuego igual que ese silencio interior, que nos quema. Como quien abre su corazón por primera vez al mundo, como quien decide arriesgar por un amor imposible, igual que un día se decide luchar por un sueño improbable. Y vemos como las nubes se alargan, se disipan, se pierden, se hunden al igual que nosotros. Y sin embargo,qué bonito. Todo alrededor, con la caída del sol comienza a cambiar, los pájaros vuelan a sus refugios, la gente se encierra en sus casa y la noche inunda el cielo.
Es curioso como el ser humano admira la grandeza de la naturaleza y no es capaz de admirar la suya propia.
Cada atardecer admiramos la decadencia del sol, incansable, no se cansa de caer, de morir, de quemarse a favor de una inmensa noche, más inmensa sin ella, como diria el poeta.
Cada día estoy más segura que el atardecer es solo el reflejo de los tristes y el firmamento, nuestro espejo. Si cada noche bajasemos la cabeza, y nos vieramos atardecer, veriamos la belleza de nuestras lágrimas, nuestros suspiros frustrados y nuestros retos inalcanzables. Ese amigo que siempre estuvo ahí, salvo cuando lo necesitaste, esa chica que jamás te corresponderá, esa insuperable sensacion de fracaso, de imcomprensión y completo abismo en la que estamos sumergidos día tras día, atardecer tras aterdecer.
A veces, ver atardecer solo significa encontrar un poquito de esperanza en nosotros mismos, quizás la belleza que observamos ante nuestros ojos es solo la luz que iluminará nuestros sentimientos. Quizás ver atardecer signifique que somos mucho más poderosos de lo que creemos, muchos más fuertes,y por primera vez en el día, mucho más felices. Atardecer significa que cada día estamos mucho más cerca de amanecer, más cerca de descubrir, que la tristeza, no siempre es mala. Que después de la lluvia, todo se ve mucho más claro, y que aun sumidos en la tristeza, se puede descubrir la mayor belleza si sabes cómo mirar.
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