jueves, 12 de marzo de 2015

Triste atardecer

 El Principito no respondió.

El atardecer es la perfecta metáfora del fin, de la decadencia y de la muerte de un día, para unos, inolvidables y para otros, olvidadizos. Quizás tenga razón el principito, y los atardeceres nos parecen bonitos cuando estamos tristes, pero qué raro. Buscar la belleza, el alivio de nuestros problemas precisamente en algo, que solo representa la muerte del sol, la llegada de la noche, la oscuridad y el silencio. Ese silencio que a veces ahoga, a veces aprisiona, a veces, solo a veces, mata. Levantamos la mirada al cielo quizás con la mera esperanza de que la inmensidad del firmamento acabe con nuestros humildes, y en comparación, pequeños problemas. Porque somos un poco como el Principito y somos pequeños, inocentes, y no lleguaremos a comprender jamás el mundo que nos rodea. Y habiendo mil flores en el campo, sea nuestra pequeña rosa la que nos consume, la que nos destruye, la que nos entristece.
Levantamos la mirada al firmamento para buscar otra flor que nos sonría, una nube con significado, una respuesta del mundo, para los tristes, siempre desacompasado. Y qué bonito. El cielo se desangra cada día ante nuestros ojos, se vuelve de color fuego igual que ese silencio interior, que nos quema. Como quien abre su corazón por primera vez al mundo, como quien decide arriesgar por un amor imposible, igual que un día se decide luchar por un sueño improbable. Y vemos como las nubes se alargan, se disipan, se pierden, se hunden al igual que nosotros. Y sin embargo,qué bonito. Todo alrededor, con la caída del sol comienza a cambiar, los pájaros vuelan a sus refugios, la gente se encierra en sus casa y la noche inunda el cielo.
Es curioso como el ser humano admira la grandeza de la naturaleza y no es capaz de admirar la suya propia.

 Cada atardecer admiramos la decadencia del sol, incansable, no se cansa de caer, de morir, de quemarse a favor de una inmensa noche, más inmensa sin ella, como diria el poeta.
Cada día estoy más segura que el atardecer es solo el reflejo de los tristes y el firmamento, nuestro espejo. Si cada noche bajasemos la cabeza, y nos vieramos atardecer, veriamos la belleza de nuestras lágrimas, nuestros suspiros frustrados y nuestros retos inalcanzables. Ese amigo que siempre estuvo ahí, salvo cuando lo necesitaste, esa chica que jamás te corresponderá, esa insuperable sensacion de fracaso, de imcomprensión y completo abismo en la que estamos sumergidos día tras día, atardecer tras aterdecer.
 A veces, ver atardecer solo significa encontrar un poquito de esperanza en nosotros mismos, quizás la belleza que observamos ante nuestros ojos es solo la luz que iluminará nuestros sentimientos. Quizás ver atardecer signifique que somos mucho más poderosos de lo que creemos, muchos más fuertes,y por primera vez en el día, mucho más felices. Atardecer significa que cada día estamos mucho más cerca de amanecer, más cerca de descubrir, que la tristeza, no siempre es mala. Que después de la lluvia, todo se ve mucho más claro, y que aun sumidos en la tristeza, se puede descubrir la mayor belleza si sabes cómo mirar.

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